a bien colocar mi artículo El negocio del MMS: la sustancia tóxica que ni cura el coronavirus ni nada como el más leído entre los que hemos escrito los profesores de mi universidad que colaboramos en The Conversation. También han conseguido que este blog, donde publiqué mi post original sobre el MMS, aumente considerablemente el número de visitas, superando los 10.000 lectores al día, cosa que también les quiero agradecer.
Para corresponder a su amabilidad, y a sus insultos, lo mejor que puedo hacer, creo, es explicar porqué nadie debe poner en peligro su salud y a los que lo comercializan, recordarles que vender un producto tóxico y prohibido como si fuera un medicamento es un delito y que terminarán, antes que después, en manos de la justicia. También creo que llegan a este blog personas preocupadas intentando buscar información de buena fe. A algunos es imposible convencerles de que la Tierra es redondeada, pero a la persona libre de prejuicios, con la mente abierta a aprender se puede intentar darle argumentos y confiar en que la información pueda ser de utilidad.
En este post intento organizar información sobre el MMS y el dióxido de cloro para las personas interesadas. Intentaré irlo completando y actualizando. Las personas que quieran aportar datos con base científica son bienvenidas. Si estoy equivocado en algo, estoy dispuesto a revisarlo y corregirlo. No tengo conflicto de intereses, no vendo nada y no trabajo en la industria farmacéutica, trabajo en la educación pública.
Estas lejías son productos útiles, son potentes desinfectantes, biocidas, que ayudan a eliminar microbios del suelo (pasando la fregona, por ejemplo), echándolas en el agua de la piscina o de una depuradora o aprovechando que algunas son gases para tratar contra plagas un almacén de alimentos. Cuando el dióxido de cloro se haya evaporado puedes consumir ese agua o esa comida. La toxicidad del cloro hizo que fuera usado como arma química en la I Guerra Mundial. En el ámbito sanitario también pueden ser de utilidad para desinfectar algún material quirúrgico o médico, aunque lo más normal es usar productos de un solo uso o autoclavar. Lo que es una irresponsabilidad, un ejemplo de ignorancia y un delito es plantear el consumo humano en forma oral, mediante inyección intravenosa o en enemas.
Algunos podrían creer fácilmente en lo que podrían ser testimonios falsificados acerca de las bondades curativas para el ser humano del óxido de cloro, más es mejor no remitirnos a confiar simplemente por el entredicho de las personas que podrían ser falsos. Mientras algo no cumpla, en mi opinión, con el método científico y no sea comprobable, es mejor no arriesgarse a probarlo, sobretodo si está en juego la salud misma.
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